Daniela Pina

El 13 de noviembre del 1982, los trabajadores de la central hidroeléctrica de Camarasa, un municipio situado en el Pirineo catalán, lidiaban con las peores riadas de la historia del norte de Catalunya. Un total de 3.500 metros3, que bajaban entre el Noguera Pallaresa y el Segre, los dos ríos que confluyen en la comarca de la Noguera, obligaron a abrir de par en par las compuertas de la presa de Camarasa para liberar la fuerte presión del agua a medida que se almacenaba.

Aquel día, en medio de unas inundaciones históricas que dejaron el interior de la instalación sumergido casi por completo, el jefe del taller eléctrico de la central, Miquel Miret, recibía una llamada que lo obligaría a abandonar su labor. Su segundo hijo estaba a punto de nacer. Lo que no se imaginaba Miret, es que 31 años más tarde, ese niño se convertiría en la cuarta generación de su familia en trabajar en la central hidroeléctrica de Camarasa.

Marc Miret es hoy el jefe de la agrupación hidráulica Segre, que se encarga de ocho centrales hidroeléctricas, entre ellas, la central de Camarasa. “Antes del proceso de automatización, en la década del 1990, la central había llegado a tener unos 40 trabajadores. Ahora somos unos 17, aunque en un día normal es probable que no entre nadie en el interior de la instalación”, explica el técnico. Miret acostumbra a decir que él es la cuarta generación de su familia que trabaja en la central. Sin embargo, su tatarabuelo materno ya participó en la construcción de la presa. “Se llamaba Miguel Velando y era un guardia civil jubilado que durante la edificación del embalse ejerció de listero, es decir, era el responsable de pasar lista a los trabajadores”, detalla Miret.

Durante los meses de primavera, que aumenta el caudal del río por el deshielo, se pueden llegar a abrir las compuertas de la central en caso de necesidad.

Historias familiares como las de Marc Miret son las que recoge la exposición permanente sobre el centenario de la inauguración del complejo hidroeléctrico. Se trata de una muestra impulsada por la asociación Motius, el Ayuntamiento de Camarasa, Enel Green Power (la filial de energías renovables de Endesa) y la Fundación Endesa, entre otros organismos, e inaugurada en el 2017. La exposición, que ha sido comisionada por la historiadora Dolors Domingo, se titula ‘Camarasa 1917-1923. Tiempos de avances tecnológicos y lucha obrera’ y se ubica en el interior del recinto de la central. “Es una exposición pequeña, humana y cercana”, afirma la alcaldesa de Camarasa, Elisabet Lizaso. A través de diferentes paneles ilustrativos, la exhibición explica dos ámbitos cruciales de la infraestructura. Por una parte, los procesos tecnológicos que se llevaron a cabo durante su construcción y, por otra parte, los aspectos sociales que conllevó su inauguración.

La exposición se inauguró en el 2017, y este 2020 se han cumplido 100 años desde que el complejo hidroeléctrico entró en funcionamiento.

Innovaciones tecnológicas y cambio social

Fotografía de la central hidroeléctrica tomada en el año 1920. Fondo Histórico de la Fundación Endesa. Durante la construcción de la presa se llevaron a cabo varios avances tecnológicos. “Se aplicaron nuevas técnicas y diseños y se utilizaron materiales que fueron muy innovadores en la época”, explica Miret. Tras la Pimera Guerra Mundial, el precio de algunos materiales y del transporte incrementó notablemente. “Para reducir costes, se usó un tipo de hormigón que utilizaba el 50% del cimento requerido normalmente y gracias a eso, se salvó el proyecto económicamente”, detalla el responsable de la central. Por otro lado, en la exposición también se analizan otros avances tecnológicos, como el funcionamiento de las compuertas de la presa. Según Miret, “se logró operar unas compuertas, que pesan muchas toneladas, con el aprovechamiento del agua del embalse y la ayuda de un juego de válvulas y cámaras de flotación. Se trata de un método que aún se utiliza 100 años después”. De hecho, la central, ahora gestionada por Endesa, sigue aprovechando la fuerza del agua para poder producir energía renovable y, así, contribuir a un modelo energético cada vez más sostenible.

Fotografía de la central hidroeléctrica tomada en el año 1920. Fondo Histórico de la Fundación Endesa.

Por otro lado, el factor social y humano es otro de los ejes vertebradores de la muestra. “Son muchas las familias que se han formado en Camarasa fruto de que los abuelos llegaron aquí para trabajar en la central. Se calcula que durante la construcción llegaron entre 1500 y 3000 trabajadores de toda España”, explica la alcaldesa del municipio. “La inauguración del complejo hidroeléctrico cambio por completo la estructura empresarial del pueblo”, añade Lizaso. A raíz de la exposición del centenario, “se recogieron todas las licencias de actividad de esa época y comprobamos cómo había incrementado. Hubo gente que adaptó sus viviendas para convertirlas en pequeños hostales, se creó un núcleo comercial en el pueblo, y hasta llegamos a tener tres burdeles”, relata la alcaldesa.

Fotografía tomada en el 1919 en el interior de la central. Fondo Histórico de la Fundación Endesa.

“La inauguración del complejo hidroeléctrico cambio por completo la estructura empresarial del pueblo”

En paralelo a la exposición, la asociación Motius ha creado un recorrido formado por todas las casas en las que se realizaba algún tipo de actividad. A través de placas, los visitantes pueden pasear por el pueblo a medida que descubren los negocios y los locales que se crearon a raíz de la central. Además, en todo el municipio se han colocado hasta siete puntos informativos de libre acceso que, a través de un código QR, invitan a hacer un recorrido visual, cómodo e intuitivo sobre lo que significó la construcción de la central hidroeléctrica en Camarasa.

Huelga de ‘La Canadiense’

Uno de los principales sucesos históricos que se detallan en la exposición es la irrupción de la huelga de ‘La Canadiense’ en la central de Camarasa. Se trata de una de las huelgas laborales más relevantes en el último siglo que estalló a causa de las duras condiciones a las que se veían sometidos los trabajadores de las centrales hidroeléctricas y el despido de ocho empleados del departamento de facturación de la empresa Riegos y Fuerza del Ebro, S.A. (empresa constituida por la Barcelona Traction Light & Power, conocida popularmente como ‘La Canadiense’). El conflicto laboral acabó el 19 de marzo del 1919 con un multitudinario mitin en la Plaza de las Arenas de Barcelona en el que más de 20.000 obreros rectificaron los acuerdos pactados entre delegados del gobierno, representantes de la Patronal y el comité de huelga. De hecho, uno de estos acuerdos consistía en la instauración de la jornada laboral de ocho horas.

“Cuando descubres que la chispa de la huelga empezó aquí, lo que se llegó a conseguir y la importancia que tiene para la historia laborar... ves lo necesario que es haber dedicado un espacio a esta huelga en la exposición”, señala Lizaso. El 1 de diciembre del 2018 se cumplieron 100 años del estallido de la huelga y, para conmemorar esta cita, el Ayuntamiento del pueblo decidió organizar un rancho. “Los sindicatos de la época reclutaban dinero para poder comprar alimentos y creaban un rancho para dar de comer a los trabajadores que estaban en huelga y sin ingresos. Nos pareció interesante replicar el rancho de La Canadiense e incluso lo repetimos en el 2019”, explica la alcaldesa.

Una exposición formada por personas

La exhibición se puede visitar gracias a un convenio que se ha renovado entre Endesa y el Ayuntamiento de Camarasa, mediante el que la Compañía ha cedido al consistorio un espacio para organizar y gestionar visitas, que las lleva a cabo la empresa local Espais Orígens. Hasta ahora, más de 850 personas han visitado la exposición, aunque durante este año 2020 la muestra se ha paralizado por la pandemia provocada por la covid-19. Tal y como explica la alcaldesa de Camarasa, “el día de la inauguración vino mucha gente del pueblo. Fue mágico ver como las personas iban señalando las fotografías y se iban buscando en las listas… Esto la ha convertido en una exposición muy cercana y personal”.

El día de la inauguración de la exposición, asistieron muchas personas del pueblo que tienen familiares que trabajaron en la central.

“El día de la inauguración vino mucha gente del pueblo. Fue mágico ver como las personas iban señalando las fotografías y se iban buscando en las listas”

“Muchas personas vienen a verla porque tienen algún vínculo con la central”, apunta Marc Miret. “Un día vino el hijo del que había sido el primer jefe de operadores de la central, un señor de 94 años. Me explicó que, de niño, cuando vivía en el campamento, le cortó el pelo a una niña que también residía en el mismo campamento. Resulta que esta niña era mi abuela y es una historia que ella misma me solía contar cuando yo era pequeño”, relata el responsable de la central. La exposición, además de realizar un recorrido por la historia del municipio, se ha convertido en un lugar de encuentro familiar y en un ejemplo de creación de valor compartido y de relación con el territorio.