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Mucho más que peatones

La urbanista norteamericana Jane Jacobs defendió espacios públicos donde se generaran vínculos entre ciudadanos, lugares dinámicos, tolerantes y humanos: los barrios para sus vecinos, opuestos a los espacios aislados, homogéneos, inseguros y antinaturales diseñados para el vehículo privado.


Los ciudadanos tienden a reunirse, socializar y caminar de manera natural. "Cuando no había tráfico motorizado no hablábamos de peatones”, advierte Pau Avellaneda, doctor en Geografía y experto en movilidad y espacios públicos. “Eran ciudadanos que iban por donde les parecía, libremente. Con el monopolio del coche diseccionamos a los ciudadanos en función de cómo se mueven", explica.


Con este modelo, el ciudadano ha perdido su status, ha dejado de relacionarse y se ha convertido en alguien que simplemente camina por donde no hay coches. Sin embargo, el modelo de ciudad de Jane Jacobs o Jan Gehl, el que promueve Naciones Unidas y el que practica el grupo de vecinos del barrio Poblenou, organizados en torno al colectivo Taula Eix Pere IV, propone una ciudad para la gente.

Barcelona plantea trascender el concepto de peatón, recuperar la calle para los ciudadanos y ofrecer las herramientas necesarias para que decidan cómo quieren que sea su ciudad. Que el espacio público sea una extensión del hogar para enriquecer la vida cotidiana, mientras se combate, también, la contaminación y el sedentarismo.

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La calle, extensión del hogar

El geógrafo Pau Avellaneda reivindica el uso de la calle como una parcela más del hogar.El diseño de las casas también cambia junto al diseño de las calles. “Los patios de las casas se construyen detrás, para quien se lo puede permitir, y la vida social se limita al vecino que tiene otro patio”.


El diseño de las ciudades modifica el entorno doméstico y genera hábitos. Avellaneda sugiere que si la calle fuera la extensión del hogar, los niños jugarían más en grupo, en lugar de hacerlo en solitario o frente a una pantalla, y los padres tendrían más tiempo sin la necesidad de llenar las horas libres con extraescolares.


Las ciudades del siglo XXI crean espacios dinámicos de relación, como una vuelta a los hábitos saludables de la vida en los pueblos: sacar la silla a la puerta para charlar sin prisas o tomar el aire, jugar, leer, pasear. Poder decidir dónde desarrollar parte de la vida, dentro o fuera de las casas y locales de ocio, y cómo quieren que sea su barrio.


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Los cambios, paso a paso

Un nuevo modelo de ciudad no se entiende sin el empoderamiento ciudadano, donde las personas participan, y sin el urbanismo táctico, que plantea las actuaciones como un proceso de tanteo y consenso. Los cambios, incluso, son reversibles. A diferencia de las obras sobre plano, proyectadas para un cambio estructural que debería durar décadas, el urbanismo táctico facilita la evaluación en base a experiencias, considerando a los vecinos expertos en sus barrios, y con menor coste.


El estudio del urbanista Jan Gehl fue el encargado de cortar al tráfico la abarrotada Times Square de Nueva York. "La idea era dar algo y que la gente experimentara con ello, no pretender darlo todo y que fuera perfecto desde el primer día", se explica en el documental La escala humana. Unos meses después, comprobado el acierto, se instaló mobiliario de más calidad.


En Barcelona también hay ejemplos de urbanismo táctico como el que se desarrolla bajo el programa Llenemos de vida los entornos escolares que está ampliando algunos chaflanes y aceras en las entradas de los colegios para recuperar parte del espacio de la carretera. Favorecen la convivencia y aumentan la seguridad, liberando de coches el espacio para los niños y sus familias.