A pesar de todas las bondades nutricionales del plátano, a veces se desaconseja su consumo amparándose en ideas erróneas. ¿Cuáles son?
Desde hace siglos, los mitos alrededor de la alimentación han formado parte de la cultura y el folclore de diferentes poblaciones en el planeta. Los mitos en alimentación suelen transmitirse de generación en generación y son tan arraigados que difícilmente se ven modificados por el aumento del conocimiento y la evidencia científica.
El plátano es una de las frutas con un mayor número de falsos mitos a su alrededor. ¿Quién no ha escuchado alguna vez hablar que el plátano engorda? Esta premisa, si bien parte de una buena observación, suele ser mal entendida. Veamos, es verdad que comparado con otras frutas el plátano contiene un aporte calórico superior. Es decir, si comparamos cantidades equivalentes de frutas, el plátano nos proporcionará más energía cuando lo consumimos. El falso mito de que el plátano engorda surge de esta particularidad. En este sentido, es verdad que el plátano contendrá más energía que sus homólogos, pero mucha menos energía si lo comparamos con otros grupos de alimentos como los cereales o legumbres, los cuales también son muy importantes en la alimentación.
El plátano de Canarias contiene cantidades importantes de hidratos de carbono, un macronutriente presente en muchos alimentos y que aporta energía para vivir. Por otro lado, nosotros no solo nos alimentamos de plátanos, consumimos otros alimentos que conforman nuestra dieta y es el cómputo total de energía proveniente de esta dieta y la actividad física del día lo que modulará los cambios en el peso. Un alimento por sí solo no condiciona notablemente las variaciones de peso. El componente mayoritario de un plátano, como en casi todas las frutas, es el agua. De hecho, por cada 100g de porción comestible, un plátano de Canarias contiene 76 ml de agua, es decir, el 76% de su composición es agua.