
“Cuando se receta por marca hay más seguridad en la continuidad del tratamiento”
En general, la sociedad consumimos productos de marcas con las que hemos establecido una relación de confianza, pero ¿ocurre lo mismo en el caso de los medicamentos?
Si mencionamos las palabras dexketoprofeno, clotrimazol, pentosano polisulfato de sodio, dextrometorfano hidrocloruro o diazepam, no entenderán de que estamos hablando. Pero, ¿si les decimos Enantyum, Canestén, Thrombocid, Bisolvon o Valium? Sabrán que les estamos hablando de diferentes fármacos. Cabe señalar que las primeras nomenclaturas son los principios activos de los medicamentos. Ahora se preguntarán, ¿qué es el principio activo? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los principios activos son los ingredientes de los medicamentos herbarios que tienen actividad terapéutica”.
Las compañías farmacéuticas que han desarrollado estos medicamentos, han estado años investigando y realizando ensayos clínicos hasta que consiguieron aprobarlos. Una vez que se registra el medicamento, la farmacéutica puede explotarlo comercialmente. El titular es el único que puede hacer uso de la patente o autorizar a terceros a utilizarla según las condiciones que se fijen. El Estado es el responsable de otorgar la patente, que lo hace por un tiempo limitado que, a día de hoy, según las normas del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) es de 20 años.
Una vez que el tiempo expire, la patente de ese medicamento pasa a ser de dominio público y cualquiera puede hacer uso de ella. “Aparecen los competidores que lo que hacen es fijarse en lo que está autorizado y reproducirlo”, apunta Emili Esteve, director del Departamento Técnico de Farmaindustria.

El valor de la marca
Actualmente en España un médico puede prescribir un medicamento con una designación que responde a un nombre de marca o bien a la denominación común o científica acompañada de una marca y del nombre del titular de la autorización de comercialización. El médico tiene completa libertad para prescribir por marca o por principio activo en el ámbito del Sistema Nacional de la Salud (SNS). No obstante, la obligatoriedad de prescripción por principio activo en el SNS existió, pero fue eliminada. De la misma forma, la Ley 41/2002 confiere al paciente el derecho de información sanitaria, que implica conocer las diferencias de todas las opciones disponibles para su tratamiento. Esto incluye la prescripción de un medicamento de marca o genérico.
Pero en muchas ocasiones, cuando acudimos a una farmacia a por un medicamento, pedimos el de la marca genérica con la idea (equivocada) de que tiene un coste inferior. Emili Esteve explica que esto ocurre cuando se aprueba el medicamento genérico porque “se establece un precio un 40% más barato que el de marca original”. El Gobierno solo financia los medicamentos que tienen el precio más bajo, razón por la que la gran mayoría de los fármacos originales bajan su precio también para igualarlo al de su genérico. De este modo, el precio de los genéricos y los medicamentos de marca es el mismo. “Todos los medicamentos para estar financiados tienen que alinearse al precio menor, a lo que está dispuesto a financiar el Estado”, señala Emili Esteve.
En España más del 82% de los medicamentos dispensados en farmacia están a precio de genérico, sean originales o genéricos, por lo que no importa desde el punto de vista del ahorro si la prescripción se hace por principio activo o por marca.

Adherencia al tratamiento
Todo principio activo va acompañado de excipientes. Estos se utilizan para conseguir la forma farmacéutica deseada, ya sea en cápsulas, comprimidos, soluciones… Además, facilita su conservación o administración. El excipiente es una de las diferencias sustanciales que encontramos entre los medicamentos de marca y los genéricos. También los medicamentos de marca son fáciles de identificar por su envase. En palabras de Emili Esteve, “los diferentes genéricos, aunque tienen el mismo principio activo, cambian en apariencia, y esto para muchas personas puede ser neutral porque pueden asumir que el comprimido verde de este mes es lo mismo que el amarillo del mes anterior. Pero para otras personas no es así. Desde las que tienen una edad avanzada hasta las personas con enfermedades mentales que pueden pensar que es otro medicamento”. Si un medicamento funciona bien no se debe cambiar por otro. Esto es muy relevante especialmente para los pacientes crónicos. “Las personas tenemos confianza a un producto de consumo habitual, desde una bebida hasta una prenda de ropa. Naturalmente esa confianza en el de los medicamentos también se produce”, nos relata.
Cabe señalar que la marca propuesta por el laboratorio farmacéutico debe ser aprobada por las autoridades sanitarias, que verifican si la denominación solicitada se ajusta a la finalidad concreta del medicamento. De esta forma se evita que se pueda confundir con otros medicamentos. Por su parte, los nombres de los principios activos tienen un componente técnico porque se construyen conforme a reglas acordadas por la OMS, basadas en una estructura de prefijos y sufijos. En definitiva, el nombre de marca resulta más fácil de recordar para los pacientes.
“La prescripción por principio activo para mí tiene unas importantes debilidades porque no identifica con precisión un envase concreto y es un elemento a tener en cuenta de cara a la continuidad del tratamiento”, apunta Esteve. Que el paciente pueda reconocer el medicamento le permite establecer una vinculación continuada con este. La coincidencia entre el fármaco dispensado y la denominación del envase refuerza la confianza entre médicos y pacientes.
En lo referente a la farmacovigilancia también es relevante la prescripción por marca. “La farmacovigilancia lo que hace es valorar cómo los medicamentos pueden tener reacciones adversas al principio activo. Las tendrá en el de marca y en el genérico. Pero, ¿y si la reacción adversa se debe a un defecto de fabricación, a una contaminación o al almacenamiento? En este caso es necesario conocer con precisión el envase que se ha dispensado”, apunta Emili. Si se receta por marca, en un caso similar, se sabrá qué ha ocurrido. “Desde Farmaindustria abogamos porque la prescripción del médico sea inequívoca. Pensamos que cuando se receta por marca hay más seguridad en la continuidad del tratamiento”.

Impulso económico
Las compañías que comercializan medicamentos de marca mantienen responsablemente toda la gama de presentaciones. Algunas compañías de medicamentos genéricos solicitan autorización únicamente de las fórmulas más atractivas comercialmente dentro de una gama, descartando la comercialización de dosis y formas farmacéuticas de menor volumen de venta.
En la misma línea, Europa se encuentra actualmente en un escenario en el que los desabastecimientos de medicamentos maduros tienden a incrementarse. Se necesita retener la capacidad de producción de este tipo de medicamentos con un alto interés terapéutico. Por ello, las compañías de pequeño y mediano tamaño y compañías nacionales de medicamentos de marca pueden jugar un papel fundamental para minimizar los problemas de suministro de estos medicamentos, que no tienen competencia genérica.
Asimismo, la marca contribuye al desarrollo de las compañías de capital nacional que poseen medicamentos originales propios. Estas empresas nacionales vertebran un importante tejido industrial en nuestro país y para ellas, la marca es un verdadero activo empresarial. Por ello, la prescripción por marca es vital porque supone el afianzamiento de estas compañías que garantizar puestos de trabajo cualificados, desarrollan una actividad productiva, exportan, realizan tareas de investigación y tienen un papel importante para la economía de España. En definitiva, las compañías farmacéuticas innovadoras, tal y como explica Emili Esteve, “son las que realmente impulsan el progreso terapéutico, el progreso de la ciencia, son los que investigan y las que obtienen las autorizaciones de los medicamentos que implican más investigación”.