Junto a la calidad científico-técnica del sistema sanitario es vital cuidar la relación médico-paciente y la humanización de la asistencia
“Mira al paciente a los ojos, sé receptivo, dale la mano al entrar, al salir, sonríe, preséntate y sé amable. Tú has elegido la profesión pero él no ha elegido ser paciente". Este es el primer punto del decálogo para la humanización de la asistencia sanitaria de la Consejería de Sanidad de Madrid, pero es extrapolable a cualquier comunidad y rincón en el que los profesionales de la salud ejerzan su trabajo.
La humanización no es algo nuevo. De hecho, el primer plan estratégico de humanización en España data de 1985 y, desde entonces ha habido diferentes iniciativas en este sentido en toda la geografía española. Yendo más allá, la humanidad siempre ha sido algo inherente al acto médico y es parte fundamental de la calidad del servicio que se presta. Enfermar hace que las personas se sientan más vulnerables y frágiles, por lo que resulta crucial la actitud de los profesionales, dispuestos a respetar a las personas y su dignidad. Entonces, ¿por qué es necesario, en 2019, recordar cuestiones en apariencia tan básicas como mirar a los ojos y ser amable?
La importancia del diálogo médico-paciente
Para Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), “en la actualidad, estamos viviendo una ‘crisis’ en la que las nuevas tecnologías, los nuevos sistemas y el exceso de burocracia están haciendo que la relación médico-paciente se pierda. Por eso es necesario, de nuevo, ponerla en valor”.
“Una de las patas de este diálogo es la confianza y, para lograrla, necesitamos tiempo, que es cada vez más escaso”, señala también la doctora, invitada a la presentación de la primera entrega de la serie audiovisual Diálogos Médico-Paciente, impulsada desde la Fundación Farmaindustria y la plataforma Somos Pacientes.
Curar, cuidar y acompañar al enfermo
“El sistema sanitario debe ser afectivo y efectivo. Con ‘a’ y con ‘e’. La afectividad redunda en mayor efectividad”, subraya el presidente de la patronal farmacéutica, Martín Sellés. “Con estos vídeos queremos que la sociedad entienda mejor lo que significa sufrir una patología grave. El objetivo es implicar a toda la sociedad, pero poniendo rostro a los dos agentes principales, médico y paciente. Tenemos que dar visibilidad a los pacientes, a sus emociones, sentimientos, percepciones, necesidades y propuestas, mostrando lo importante que es tener un sistema sanitario con los recursos adecuados para curar, pero también para cuidar y acompañar al paciente que sufre”, explica Sellés.
El primer Diálogo Médico-Paciente sienta frente a frente a Olga Cantera Ruiz, paciente con cáncer de mama y vicepresidenta de la Asociación Rosae, que forma parte de la Federación Española de Cáncer de Mama (Fecma); y el doctor Álvaro Rodríguez Lescure, oncólogo del Hospital de Elche y vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En su conversación repasan la evolución que se ha experimentado en el diagnóstico y pronóstico de este tumor (supervivencia del 90% a los 5 años del diagnóstico) así como el impacto personal, sanitario y social de la enfermedad. El doctor destaca, además, la importancia de que el paciente sea proactivo, formule todas las preguntas necesarias y participe, junto a su médico, en la toma de decisiones.
El paciente empoderado y partícipe
La incorporación de los pacientes a los procesos de adopción de decisiones requiere un paciente “empoderado” -como lo define María del Carmen Guirado, portavoz de la Federación Española de Cáncer de Mama (Fecma)- que conozca todas las opciones terapéuticas y cuente con “toda la información sobre los beneficios y, también, sobre los posibles daños”. “De nuestro médico esperamos calidad y excelencia, pero también que nos dedique el tiempo necesario”, subraya María del Carmen, incidiendo en la vital importancia de la investigación y los ensayos clínicos, pero también en que los profesionales de la salud sean cercanos y tengan habilidades clave para la humanización de la asistencia: comunicación, escucha, empatía, gestión del miedo y el estrés.
Más allá de las barreras del progreso, la tecnificación, la burocratización, la rigidez de las organizaciones o la falta de personal y tiempo, el sistema sanitario en conjunto debe luchar por potenciar los aspectos afectivos en la relación médico-paciente. Asegurar la calidad científico-técnica del sistema sanitario ha sido el único objetivo durante mucho tiempo, si bien, en la actualidad, se ha vuelto a poner el foco en la calidad percibida por el paciente, lo cual viene condicionado por quienes le tratan y el modo en que lo hacen. No se trata solo de ser amable sino de personalizar la vida, la salud y la asistencia sanitaria.
“Cada vez tenemos más recursos, herramientas y medicamentos adecuados, somos un país de referencia en investigación clínica, pero necesitamos una sociedad más sensibilizada para seguir avanzando”, indica Martín Sellés, presidente de Farmaindustria. Efectivamente, los grandes avances científicos y tecnológicos conllevan un considerable aumento de la esperanza y calidad de vida, pero no podemos dejar de potenciar el diálogo y el trato humano.
Una nueva asignatura: empatía
¿Quién no ha oído alguna vez referirse a un paciente como “el Ictus de la habitación 27” o “la neumonía de la 12” Expresiones tan aparentemente inocuas encierran una falta de reconocimiento a la singularidad y valor de la persona. Estamos despersonalizando y dando un trato deshumanizado tanto al enfermo como a sus familiares. Detrás de cada enfermedad está la presencia de un sujeto humano que reclama ser mirado como individuo, no como una patología, un conjunto de síntomas, un número de historia o de habitación, según recogen los decálogos sobre humanización.
“Si los profesionales sanitarios olvidan que lo más importante es la comunicación entre el enfermo y ellos tenemos un problema. Esta es la esencia”. Son palabras de la doctora Ruth Vera, quien apela a la necesidad de que en la formación universitaria de los grados de Ciencias de la Salud se incluya la formación y capacitación de los profesionales en destrezas como la comunicación y la empatía. Una buena comunicación permite conocer las necesidades de información del paciente y sus preocupaciones, así como el nivel de comprensión de su proceso. Por lo contrario, una inadecuada comunicación, dará lugar a inseguridad, insatisfacción y peores resultados terapéuticos.
Dar malas noticias y comunicar un diagnóstico, como puede ser el de cáncer de mama, sigue siendo un reto para los profesionales, por ello es muy importante hacerlo de una forma apropiada, coinciden en señalar la doctora Ruth Vera y la paciente María del Carmen Guirado. “Es cierto que hay personas que tienen más desarrolladas las habilidades comunicativas, pero todo se puede aprender, hasta la empatía”, destaca la especialista.
Como resume Guirado, “hoy yo estoy a este lado de la mesa o de la cama y los médicos al otro, pero nadie está libre de la enfermedad. Mañana igual son ellos los que se ven en esta situación y querrán recibir el mejor trato”.