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08 octubre 2021

El valor pedagógico de la vida cotidiana

Los niños son los protagonistas de su propio aprendizaje, que realizan a través del juego y la exploración, pero también del enorme potencial pedagógico de las pequeñas rutinas del día a día. Esos elementos son pilares fundamentales del proyecto educativo de las escuelas infantiles de 0-3 años gestionadas por Cavall de Cartró.

Texto: Beatriz García

La observación, la flexibilidad, la paciencia y el respeto a la diferencia y los ritmos de cada niño son las herramientas de trabajo que emplean los equipos educativos de las escuelas infantiles gestionadas por la entidad Cavall de Cartró.

Estas son las cualidades de las que se sirven profesionales como Gemma Jarque y Natalia Muñoz, directora y maestra respectivamente de la Escuela Infantil (“Escola Bressol”) Marinada de Cabrera de Mar (Barcelona) para pasar de la teoría a la práctica y plasmar en el día a día los fundamentos de esta metodología en su centro. Un modelo basado en el descubrimiento y la experimentación que convierten al niño en el protagonista activo de sus aprendizajes. “La base de nuestro sistema pedagógico es el juego -afirma Gemma Jarque-. Tenemos la certeza de que jugando es cuando el niño/a actúa, conjuntamente con otros niños y niñas, con más entusiasmo y espontaneidad. A medida que va realizando un juego más elaborado y experimentando, va haciendo hipótesis y sacando sus propias conclusiones y por tanto conociéndose a sí mismo y el mundo que le rodea”.

El modelo pedagógico de Cavall de Cartró se asienta sobre el convencimiento de la importancia de la educación en los primeros años de la vida y de que la escuela infantil, que cubre las etapas de escolarización no obligatoria, es mucho más que una solución de conciliación. La formación integral de los hijos es una responsabilidad compartida entre las familias y la escuela, porque los niños no aprenden ni evolucionan de manera aislada, sino que en muchos aspectos, su desarrollo consiste en procesos sociales donde intervienen sus iguales. “En nuestra escuela potenciamos las diferentes agrupaciones (de un mismo grupo burbuja) a través de propuestas que faciliten las relaciones interpersonales en el marco de situaciones educativas que dan respuesta a la necesidad de experimentar para descubrir y aprender a través del juego”, explica la directora.

El valor educativo de las rutinas

Desde el momento de dar los buenos días, nada de lo que sucede en el día a día de un niño es trivial. Cada una de las rutinas aparentemente banales a ojos profanos son el vehículo perfecto para el aprendizaje, para reforzar la seguridad y estabilidad emocional y para que el alumno sea capaz de avanzar hacia la conquista de su autonomía y su autoestima. Por todo ello, las actividades de la vida cotidiana son uno de los ejes centrales de la actividad educativa en las escuelas infantiles gestionadas por Cavall de Cartró.

A lo largo del día en la Escola Bressol Marinada, se sucede una secuencia de acciones, un conjunto de experiencias, relaciones y momentos que tienen que ver con la higiene, el vestido, la comida, el reposo, el orden, la convivencia… Propiciar esta repetición diaria va creando unos hábitos que aportan estabilidad y seguridad al niño y establece las bases de los futuros aprendizajes. Las rutinas ofrecen un marco de referencia que les proporciona seguridad porque les permite saber qué esperar en cada momento y convierte su mundo en un lugar predecible. Además, potencian la perseverancia, la concentración, la capacidad cognitiva, la motricidad… “A través de las rutinas, los niños/as ponen en juego ciertas capacidades de autonomía y autoconocimiento que son esenciales para el desarrollo armónico del niño/a gracias a la seguridad y afectividad que proporcionan”, subraya Gemma Jarque.

En cada una de estas tareas reiterativas (el saludo, las fórmulas de cortesía, quitarse la chaqueta y dejarla en su sitio, lavarse las manos…), la premisa es: “Dejar hacer. No hacer por los niños lo que puedan hacer por sí mismos”. “Este principio lo vinculamos con la flexibilidad y la paciencia para que los niños/as puedan disponer del tiempo que necesiten para realizar una rutina. No tener prisa, esperar y respetar. Los aprendizajes de calidad se dan cuando las rutinas han sido realizadas autónomamente, cuando se han empleado los propios recursos y estrategias necesarios para lograrlos. Dejamos tiempo sin interferir para que prueben y vuelvan a probar las veces que les haga falta”, señala Natàlia Muñoz que este curso es la maestra de un grupo de 20 niños y niñas de entre dos y tres años.

Compromiso con una nueva visión de la infancia

En las escuelas gestionadas por Cavall de Cartró, las rutinas y la repetición se conjugan con la sorpresa y la espontaneidad. En opinión de Natàlia, la observación permanente y la flexibilidad es lo que ofrece a los educadores la oportunidad de aprovechar los momentos espontáneos que surgen en el día a día y dar respuesta a las iniciativas de los propios niños en función de sus intereses y su momento evolutivo. “Para captar estas ideas es necesario un adulto que observe. Observar y escuchar ayuda al educador a entender cómo piensan los niños e identificar detalles relevantes de la acción. Cada momento es único e irrepetible, de ahí la importancia de lo imprevisto”.

Todas las propuestas e iniciativas responden al compromiso del equipo de educadores de la escuela con la innovación pedagógica y a su deseo de definir una nueva imagen de la infancia, sostenida en el respeto a las niñas y niños como seres activos, protagonistas de su propio aprendizaje, que establecen relaciones y que influyen en los acontecimientos de su entorno. “Nuestra pretensión es acompañarles en su proceso de aprendizaje respetando su ritmo y su iniciativa, diseñando los contextos donde los niños/as podrán encontrar retos que los estimulen para poner en marcha diferentes estrategias capaces de resolver los obstáculos que se vayan encontrando”, analiza la directora.

Espacios creados para explorar, jugar y aprender

Los diferentes espacios de la escuela están concebidos y dispuestos para ser el lugar donde la vida cotidiana y el juego hacen posible infinidad de situaciones de aprendizaje, tanto individuales como colectivas. La creación de un ambiente adecuado permite que el niño pueda moverse seguro, sin prisa, con libertad de explorar y hacer descubrimientos y desarrollar, a su ritmo, sus capacidades motrices.

Una vez más entra aquí en juego la observación: el diseño de los espacios ha sido elaborado por todo el equipo después de ver las necesidades de los niños y niñas. Las distintas áreas están creadas de manera que en cada sitio se puedan encontrar diferentes materiales y propuestas de juego que resulten acogedoras y con multitud de posibilidades. Cuando los niños se encuentran seguros en la escuela, comienzan a relacionarse espontáneamente con los espacios, materiales y propuestas. “Empiezan a mirar, encontrar y experimentar con lo que les interesa -cuenta la educadora Natàlia Muñoz-. Cada objeto se puede convertir en un juego. Es por eso que la primera calidad exigida a un objeto para ser presentado en nuestra escuela es que permita la experimentación y que tenga muchas cualidades sensoriales. Han de ser adecuados para despertar la curiosidad, la imaginación, los intereses y posibilidades de los niños. Cuentos, muñecas, espacio de movimiento, construcciones, un lugar para descansar, etc… son propuestas que están siempre en las aulas”.

Las escuelas infantiles Cavall de Cartró buscan potenciar la imaginación, la creatividad y las capacidades de cada niño. Y detrás, lo que impera es el compromiso y la vocación de las educadoras. “Somos un equipo con inquietudes. Nos gusta hacer formación, leer artículos, debatir y reflexionar en equipo. Creemos firmemente en esta frase tan nombrada: “Compartir es aprender”.