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14 mayo 2021

Aprender a cuidar el medioambiente desde la infancia

Más del 50% por ciento de las escuelas infantiles que gestiona Cavall de Cartró en Catalunya cuentan con el distintivo Escola Verda o están en el camino de obtenerlo. Esta certificación implica situar la sostenibilidad y el respeto al entorno natural como eje básico del proyecto educativo.

Texto: Eduard Palomares

Combatir la emergencia climática implica cambiar toda una serie de hábitos que, durante mucho tiempo, la sociedad ha dado por sentados. Por ejemplo, el ‘usar y tirar’. Una transformación que será larga para algunas personas pero que, en cambio, las nuevas generaciones asumirán como algo totalmente normal. Sobre todo, aquellas que desde la primera infancia han sido concienciadas en la protección del medioambiente. Es por eso que la Generalitat de Catalunya creó el distintivo de Escola Verda, al que ya están adheridas 13 escuelas infantiles (y cinco más en camino) gestionadas por la entidad de servicios educativos Cavall de Cartró, que lleva más de 15 años centrada en acompañar en su desarrollo educativo, emocional y social a niñas y niños.

El objetivo del programa es fomentar toda una serie de acciones educativas centradas en la sostenibilidad, pero siempre de una manera natural, transversal y cotidiana. Algo que conecta perfectamente con la línea pedagógica de las ‘escoles bressol’ –de 0 a 3 años– que Cavall de Cartró gestiona en Catalunya, basada en el descubrimiento, la experimentación, la imaginación, la creatividad… Y nada mejor para aprender a respetar el entorno que cuidarlo con las propias manos. Por ejemplo, cultivando un pequeño huerto en el jardín, reutilizando el agua que sobra en la comida para regar las plantas o con salidas al bosque de excursión.

Un proyecto educativo basado en la sostenibilidad

Las escuelas infantiles que gestiona Cavall de Cartró ya contaban con certificaciones medioambientales como la ISO 14001, que implica el cumplimiento de diversas medidas de protección ambiental y prevención de la contaminación. “Con el programa Escoles Verdes se ha querido dar un paso más, ya que supone añadir el concepto de sostenibilidad a todo el proyecto educativo, de tal manera que se incorpore al día a día del centro”, explica Magda Gómez, técnica de calidad y medioambiente de Cavall de Cartró. Para obtener el distintivo, el equipo docente del centro tiene que participar en una formación de dos años, para luego elaborar un diagnóstico y establecer unos objetivos anuales.

De esta manera, se pone en marcha un proceso continuo de mejora que se puede plasmar en medidas como el aumento de la sensibilización ambiental de docentes y familias, la disminución de consumos energéticos, el reciclaje y la reutilización de recursos, la puesta en práctica de talleres en la naturaleza, la creación de huertos o la instalación de un punto de compostaje. “En todo caso, se trata de convertir la sostenibilidad en un hilo conductor, que los niños y niñas aprendan a cuidar el entorno de forma natural, como un juego”, remarca Gómez, que añade que siempre procuran sumar también a las familias, para que exista una conexión entre lo que se hace en la escuela y en casa.

Escola Món Petit, aprovechar un entorno privilegiado

La Escola Bressol Municipal Món Petit de Abrera es una de las que disponen del distintivo Escola Verda. La conexión con el entorno ya era, de hecho, una de las características principales de este centro con vistas directas a Montserrat. “Estamos situados en un espacio privilegiado, con muchas zonas verdes a nuestro alrededor y, además, disponemos de un pequeño jardín que renovamos con propuestas educativas, como estructuras de madera, una zona de césped natural, caminitos de agua que desembocan en unas moreras, un huerto que plantan los niños y niñas… Un entorno que aprovechamos para hacer muchas actividades”, comenta su directora, Conxi Sierra.

A ello se suman las medidas de mejora medioambiental que establece el plan de acción elaborado para obtener el distintivo de Escola Verda. “Por ejemplo, hemos cambiado toda la vajilla de plástico que utilizábamos en el comedor por una de cristal, material 100% reciclable, que además nos permite establecer un vínculo de confianza hacia los niños y niñas y reafirmar su autonomía”, comenta Sierra. También añade el cuidado del huerto por parte de los propios alumnos (o de las familias, antes de la pandemia), el aprovechamiento del agua sobrante de la comida para regar, el aprendizaje de a qué contenedor va cada residuo…

Todo ello siempre de manera sencilla, como si fuera un juego. “Todo lo vinculamos con la vida cotidiana y el entorno en el que nos movemos, de tal manera que aprenden hábitos que serán duraderos y que también querrán aplicar en casa”, asegura la directora de Món Petit. Explica, por ejemplo, que al principio costaba que los niños y niñas respetarán el espacio del huerto, que está ubicado en la zona de juegos. Pero que luego, después de plantar las semillas, regarlas y ver cómo crecen, son ellos mismos los que se preocupan de protegerlo. Quizás este sea el mejor aprendizaje: si nos reconectamos con nuestro entorno natural, cuidarlo será lo más natural del mundo.

Sostenibilidad en tiempos de la covid-19

La pandemia ha llevado a las escuelas infantiles a priorizar las medidas preventivas para minimizar lo máximo posible el riesgo de contagio. Aunque algunas de estas medidas se contraponen a su proyecto medioambiental, desde Cavall de Cartró explican que han continuado firmes en su compromiso con el ecosistema, sin desatender en ningún instante su principal premisa, la seguridad y la salud de los niños y niñas. Por ello, las han aplicado sin que ello supusiera un gran aumento de su impacto ambiental.

Como respuesta ante la generación de residuos que conllevan los productos de usar y tirar, han apostado por la utilización de patucos de ropa en lugar de plástico de un solo uso, la priorización del lavado de manos con agua y jabón frente al uso de guantes de plástico no reutilizables o la reducción en la generación de residuos de papel digitalizando diferentes procesos de gestión. De la misma manera, los distintos centros educativos se han decantado por el uso de vajillas fabricadas con materiales reciclables y de menor impacto ambiental, en lugar de materiales plásticos.