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20 julio 2021

Un vínculo basado en la atención personalizada, la cercanía y la empatía

El Servicio de Atención Domiciliaria se centra en el acompañamiento de las personas, el cuidado de su bienestar y también en su aspecto emocional. Es una ayuda necesaria y empoderadora que se desarrolla a través de la atención personal y el apoyo en las tareas domésticas

Texto: Daniela Pina

En nuestra sociedad, hay colectivos que merecen una atención, acompañamiento y cuidados personalizados. Las dificultades que se encuentran a lo largo de su vida algunas personas con diversidad, en riesgo de exclusión social o de edad avanzada no son pocas: ante ello, existen numerosos servicios profesionalizados que tienen el objetivo de darles apoyo, promover su desarrollo, integración y participación social, así como su autonomía, factores que garantizan que tengan una buena calidad de vida. Un buen ejemplo de estos servicios públicos son los de Atención Domiciliaria (SAD), como los que gestiona, bajo criterios de proximidad, ética, respeto, excelencia e innovación, la entidad Accent Social, que atiende a personas que por razón de edad, dependencia o diversidad funcional tienen limitada su autonomía para realizar las actividades básicas de la vida diaria o requieren de una atención continua.

Se trata de un servicio con una sensibilidad especial, que transciende a las tareas de atención personal más visibles. Así, mediante la proximidad de la persona usuaria y la profesional se consigue construir un vínculo que actúa como transformador de muchas realidades. Un nexo que nace del respeto, la dignidad, la privacidad y la autonomía y que tiene un gran retorno emocional para ambas partes. Y es que la seguridad y la confianza son vitales para el bienestar en el entorno familiar y sociocomunitario.

Accent Social presta ayuda a domicilio a más de 8.800 personas en Catalunya, gracias a un equipo de 1.600 profesionales dedicados a dar la mejor atención, siempre desde la empatía y la comprensión.

Comprensión para recuperar la autonomía personal

Manuela, usuaria del SAD de Sabadell, hacía más de diez años que no se sentía con ánimo de salir de casa cuando conoció a Katty, su cuidadora. Sufría una depresión y no quería relacionarse con nadie, tampoco con las personas que se ofrecieron a ayudarla, hasta que llegó Katty. Al principio fue difícil para ambas abrirse la una a la otra, pero la constancia fue el ingrediente clave para acabar encontrando el encaje en su relación, basada en los cuidados, y que Manuela recuperase la autonomía, la confianza en sí misma y sus relaciones sociales.

“Durante mi depresión, no quería salir de casa, porque las personas me daban miedo”, reconoce Manuela, “pero con Katty fuimos saliendo poco a poco, yendo a comprar primero, después a pasear”. “A medida que Katty fue viniendo, fui recuperándome para poder hacer más cosas en mi día a día, así como las tareas básicas de casa, como barrer, fregar o guisar”, explica Manuela. Hasta el punto que, cuando Manuela habla de Katty, dice literalmente que fue su “salvación”.

Katty también valora de forma muy especial su relación con Manuela y la evolución que ha tenido: “me la he ido ganando, poco a poco ha conseguido hacer cambios muy importantes”. Recuerda como hace ocho años tuvo que pensar diferentes estrategias para que Manuela se abriera y aceptara la ayuda que el SAD le ofrecía. Encontraron puntos comunes en sus vivencias personales y sus aficiones, nexos de unión que han facilitado que Katty pueda ayudar a Manuela en su vida diaria, y escribir, de esta forma, una historia de superación juntas. “Ahora ya se atreve a salir a la calle ella sola”, explica Katty, “y ha retomado el contacto con amigas y familiares”. Manuela también aprecia especialmente sus paseos: “salimos a la calle, vamos a ver escaparates, vamos un rato a la plaza a hablar con otras personas, nos lo pasamos muy bien”.

Gracias a la profesionalidad y el acompañamiento de Katty, Manuela también ha recuperado su gusto por los libros, el arte y la música clásica, unas aficiones que dejó de disfrutar en sus momentos más difíciles. Además, Manuela preside ahora su comunidad de vecinos y con ilusión ha tomado medidas para mejorar su hogar y el de sus vecinos. “Le estoy muy agradecida a Katty, porque me ayuda y acompaña mucho”, concluye Manuela.

Aceptar las dificultades sobrevenidas por la edad

Teresa se ha convertido en el brazo derecho de Alicia, una mujer fuerte e independiente de ochenta años. La edad no ha limitado su carácter sociable, luchador y tenaz, aunque sí sus movimientos, motivo por el cual es beneficiaria del SAD de Barberà del Vallès y cuenta con la asistencia de Teresa una hora al día, de lunes a viernes. “Me ayuda en todo lo que necesito: planchar, tender la ropa, hacer la compra, me arregla los armarios”, detalla Alicia sobre su día a día. “Y hasta me ayuda a prepararme para ir a la piscina”, explica. Alicia es una mujer perseverante –durante gran parte de su vida ha presidido una entidad feminista local–, por lo que para ella son muy importantes los hábitos y una buena organización de su tiempo, aspectos que Teresa le ayuda a mantener.

La ayuda que Teresa presta a Alicia es un claro ejemplo de la importancia de la asistencia emocional de las personas usuarias, en numerosas ocasiones mucho más necesaria y empoderadora que la ayuda en las tareas del hogar. Sin ir más lejos, Alicia y Teresa comparten vivencias y preocupaciones: “a veces me hace de “psicóloga”, explica Alicia, a quién le cuesta reconocer las dificultades sobrevenidas por la edad y aceptar la ayuda que le ofrece Teresa, sin sentir que renuncia a su fortaleza.

“Envejecer cuesta, no es fácil”, sentencia con acierto Alicia, “y aunque tengo la salud perjudicada, Teresa me ayuda a ver que estoy bien”. Sin embargo, también es Teresa quién se encarga de observar los cambios que Alicia va experimentando y trata de aportarle soluciones: hace poco detectó que no escuchaba bien y la animó a ir al médico para hacerse una revisión. También ha observado que ahora necesita ayuda para salir de la piscina, o simplemente se cansa más que antes. Alicia acostumbra a no compartir estas dificultades con su familia, para no preocuparles, pero su cuidadora la ayuda a aceptarlas y a saber pedir ayuda a las personas de su entorno cercano, cuando es necesario.

Teresa también puede aportar su valiosa opinión al respecto: “aunque la mayoría de personas a las que atiendo padecen dificultades en sus capacidades y en ocasiones tienen que dejar de hacer cosas que antes hacían con facilidad, eso no quiere decir que no puedan seguir haciendo muchas de las cosas que las hacen felices… en la mayoría de ocasiones, solo necesitan la confianza para dejarse ayudar y cuando lo hacen, pueden ver que aún tienen muchas posibilidades”.

Teresa promueve el vínculo emocional con Alicia, como con el resto de usuarios y usuarias, con profesionalidad y desde el respeto, con el objetivo de mantener su autonomía y siendo conscientes de todas sus capacidades. “Para mí, lo más importante es conocer a la persona usuaria, saber lo que le gusta, qué necesita y que le puedo aportar, cuanto más la conozco más la puedo ayudar”, explica Teresa. Aunque admite “que no le gusta hacer interrogatorios, me gusta que todo el mundo se sienta cómodo mientras nos conocemos”.

El vínculo que existe entre Katty y Manuela, y entre Alicia y Teresa, son solo dos de los muchos que podemos encontrar en los Servicios de Atención Domiciliaria. Estas relaciones, que surgen gracias a la cercanía, comprensión, empatía y la atención profesional, son fundamentales para las personas usuarias, porque en muchas ocasiones les brindan la confianza que necesitan para dejarse acompañar y atender como precisan.

Además, estos lazos, como nos demuestran Manuela y Alicia, también son una fuente de aprendizaje continuo, para ambas partes, donde las nuevas experiencias sirven a la profesional para abordar nuevas situaciones del mejor modo, a la vez que la usuaria o el usuario aprenden a reconocer aquello con lo que necesitan ayuda, nuevas formas de realizar lo que desean, a dejarse acompañar, entre muchas otras cosas. Todo aquello único que ofrecen los SAD y sus equipos profesionales desde la cercanía, que contribuye a que muchas personas miren al futuro con nuevas ganas y más ímpetu.